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El director y su época. La filmografía de Ingmar Bergman (1918-2017) abarca más de cuarenta títulos entre 1945 y 1982, aunque después siguió ... rodando obras para la televisión como la muy notable Saraband (2003). Su actividad artística se inició con su entrada como ayudante en el teatro de la Ópera de Estocolmo, que simultaneó luego con el acercamiento al cine como guionista. La conjunción de escritura y representación le llevó a la dirección cinematográfica, con la que alcanzó fama mundial bajo un sello de autor ligado a la religiosidad y la trascendencia, aunque bastantes de sus películas se apartaran de esa fuente.
'El manantial de la doncella' Suecia, 1960. Director: Ingmar Bergman. Actores: Max Von Sydow, Birgitta Valberg, Gunnel Lindblom. Cines Broadway, jueves 8 de mayo, 20:15 horas. 6 euros.
Entre las influencias íntimas siempre se destaca la figura de su padre, un pastor luterano muy severo al que retrata en sus memorias como un juez implacable con todas sus travesuras, castigadas con encierros, azotes y humillaciones. En el terreno artístico se apoyó en grandes dramaturgos escandinavos como Ibsen y Strindberg, y también en los cineastas de la generación anterior. Al patriarca del cine sueco, Victor Sjöström, le rindió homenaje como protagonista en 'Fresas salvajes'. Su cine de inquietudes teológicas fue derivando hacia un existencialismo cercado por la soledad del ser humano sin comunicación divina, cuya cumbre fue la trilogía 'Como en un espejo', 'Los comulgantes' y 'El silencio' entre 1961 y 1963. En sus películas finales, rodadas en parte en Alemania, diseccionó con frialdad las relaciones de pareja. Acabó encerrándose en sus años de infancia en la maravillosa 'Fanny y Alexander'.
La película. Pocas obras han dejado una huella tan honda en Valladolid como 'El manantial de la doncella', que alcanzó el máximo galardón en la edición del festival en 1961. Pero no fueron solo sus méritos artísticos los que atrajeron la atención de la ciudad, sino principalmente la condena pública del Arzobispo José García Goldáraz en una carta abierta al festival. Bergman ya había levantado las sospechas con los atrevimientos de 'El séptimo sello' en la edición anterior, pero en esta la escena de la violación de una muchacha en el marco de una leyenda provocó un escándalo de larga memoria.
'El manantial de una doncella' es un cuento medieval sueco, una fábula en la que el pensamiento mágico se manifiesta a través de un ambiente tenebroso en el que la raíz católica es una más de las que mortifican y a la vez sostienen a los protagonistas. Miedos, augurios, sortilegios, un sapo que aventura desgracias, un crucifijo hecho de sombras. En medio, dos muchachas de muy distinta suerte. Forzada y embarazada la de origen bastardo, virginal y envidiada la preferida de la familia. La violación y asesinato de la segunda esparce la desgracia en todas direcciones y desentierra odios y envidias que carcomen las conciencias. La lectura que en la actualidad debe recibir una película como esta, tan plural y compleja, tan ajustada en su puesta en escena con la fotografía de Sven Nykvist, nada tiene que ver con aquel escándalo censor que la quería tachar, inútilmente.
La marca de autor. El castigo a los violadores, a los criminales, es el desenlace obligado. En la sociedad sueca del milenio la justicia se toma por la mano del más fuerte, impulsado y validado por la fuerza secreta de la fe del Antiguo Testamento. Pero ni esa venganza, ni ninguna otra, devuelve la vida al cadáver de la muchacha, la hija única del vengador. «¿Dios, ves esto?», grita hacia el cielo el padre. «¡No lo entiendo!», proclama en el silencio del bosque. Por qué el mal, que parecía siempre alejado de la frescura triunfante de la muchacha, la ha destruido. Cómo creer en ese Dios, en su justicia, en su amor. No hay respuesta al lamento paterno, o es tan ininteligible como el manantial que brota de repente. Solo un fondo de canto religioso para un plano final que nos muestra al grupo familiar sumido en la desesperación. La toma es en picado, casi cenital. La cámara se ubica en los cielos en los que solo reina el silencio. Bergman sintetiza la angustia que recorrerá su cine posterior con ese picado desde el ojo incierto de Dios.
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