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Las veinte capillas laterales y de la girola de la Catedral de Segovia son joyas que combinan devoción, arte y poder. Desde el gótico inicial de Juan Gil de Hontañón hasta el barroco exuberante de Churriguera, cada capilla es testimonio de una historia. En estas líneas hacemos un recorrido por todas ellas, empezando por la de la Piedad, la primera que se abre en la nave del Evangelio, a la derecha, nada más acceder al templo por la puerta de San Frutos.
Fundada en 1559 por Juan Rodríguez, canónigo fabriquero de la Catedral, deslumbra con el retablo del Santo Entierro, de Juan de Juni (1571), considerada una obra maestra de la escultura española. Destaca la reja procedente de la antigua Catedral, que cerraba su Capilla Mayor, forjada por fray Francisco de Salamanca en 1506. El conjunto de la capilla fue restaurado en 2018.
Fundada en 1620 por el canónigo y tesorero de la Catedral Andrés de Madrigal, brilla por un retablo barroco trazado por Brizuela en 1621 y concluido dos años después. La cubre una bóveda de crucería estrellada y dorada posteriormente. En sus muros destaca el cuadro del martirio de San Bartolomé. La reja de hierro también es obra de Pedro de Brizuela, aunque fue Gil Sánchez quien la concluyó.
Concluida en torno al año 1539, el Cabildo concedió esta capilla al arcipreste de Pedraza y racionero de la Catedral, Damián Alonso del Berrocal, en 1603. Una de sus piezas más relevantes es el retablo de San Cosme y San Damián, de trazas clasicistas.
El retablo se atribuye al ensamblador José Vallejo Vivanco. Está compuesto por tres calles divididas por columnas salomónicas. Tiene varios lienzos, entre ellos 'La misa de San Gregorio'. El escudo de armas del fundador, Alonso Nieto (1623), remata la reja de estilo barroco.
Iniciada en 1527, es una de las más antiguas. El Cabildo la renovó en 1606. Su bóveda, dorada en 1622 por Juan del Río, luce símbolos marianos: luna, sol y azucenas. El retablo, de madera dorada, alberga un Crucificado y pinturas de ángeles, mientras que sus veintiún lienzos y frescos, algunos del taller de Zurbarán, narran la Inmaculada Concepción, dogma definido en 1854. Restaurada entre los años 2001 y 2002, es un mural teológico que respira serenidad.
El santo titular de la capilla es san Blas, patrono de las afecciones de garganta. En esta capilla del siglo XVI, ya situada en la nave de la Epístola, se abre la escalera que asciende a la torre. Casi todas las imágenes que muestra el retablo tienen que ver con la música. En este sentido, es oportuno destacar el magnífico análisis de los instrumentos musicales y partituras representados tanto en esta capilla como en el resto de la Catedral que el musicólogo segoviano Pablo Zamarrón hace en su obra 'Iconografía musical de la Catedral de Segovia'.
Cubierta por una bóveda estrellada y policromada en vivos colores. El retablo, del siglo XVII, consta de banco, cuerpo principal flanqueado por dos pares de columnas y ático. El hueco central lo llena un gran lienzo del Descendimiento. En esta capilla está la imagen del Cristo Yacente, obra que Gregorio Fernández realizó en el siglo XVII. La talla se caracteriza por el dramatismo de los rasgos del Cristo.
Situada a continuación, en la misma nave, honra a la mártir protectora contra rayos y tormentas. Fue construida en la primera mitad del XVI y su bóveda, de crucería, acoge un retablo renacentista con la imagen de santa Bárbara. La talla, de autor anónimo, contiene especial detallismo, y la reja del XVIII, con motivos geométricos, añade sobriedad.
Adquirida en 1575 por Francisco Gutiérrez de Cuéllar, contador de Felipe II, es un tesoro. Su retablo, de Pedro de Bolduque, con pinturas de Alonso de Herrera, constituye un hito renacentista. La reja barroca de Juan de Salamanca (1599), con Santiago a caballo, y la cripta reflejan la importancia de esta capilla como panteón noble. Ha sido restaurada recientemente.
Da acceso al claustro, que a su vez hace lo propio con la sala de Santa Catalina, la Sala Capitular, la sala de Tapices y Ornamentos Litúrgicos y la sala de Pintura Bajo Claustro. La bóveda de crucería y la reja en forja procedente del coro de la antigua Catedral ofrecen un refugio de enorme belleza. Frente al retablo hay dos monumentos funerarios con sendas esculturas en posición yacente. Pertenecen a Diego de Covarrubias y Raimundo de Losana.
Localizada en la galería sur del claustro, enfrente de la puerta de entrada. Su autor fue el maestro de obras Juan Guas, español de origen bretón que representa la síntesis entre las corrientes del gótico flamígero con las formas mudéjares. Se construyó en la antigua Catedral entre 1480 y 1490 como capilla funeraria y se trasladó a la nueva con el resto del claustro, entre 1525 y 1529.
Esta capilla barroca que mandó construir en 1684 Antonio de Ayala Berganza ostenta un retablo Churriguera pionero en Segovia. El Cristo de Pereira y cerámicas de Daniel Zuloaga en la antigua sacristía, junto a rejas de Martín de Ciorraga, son símbolo de devoción.
Ya en la girola, esta capilla conmemora al primer apóstol con un retablo del siglo XVI, obra de Pedro de Bolduque. La bóveda de crucería y la reja con motivos vegetales añaden elegancia a un espacio que respira autoridad espiritual. Se cierra con una sencilla reja de madera asentada sobre zócalo de piedra caliza y coronada por la tiara, la cruz papal y las llaves cruzadas. En el suelo, se encuentra la sepultura de Luis Gutiérrez Martín, obispo entre 1995 y 2007.
Dedicada al santo toledano, contiene un retablo barroco del siglo XVIII con varias escenas protagonizadas por san Ildefonso. En este espacio está expuesto el 'Ecce Homo' que el obispo Miranda Bistuer encargó en 1907 para la procesión del Viernes Santo.
La tradición popular considera a san Geroteo el primer obispo de Segovia. Está presidida por un retablo del siglo XVIII, obra de Juan Maurat, con las imágenes de san Geroteo, san Vicente Ferrer y san Juan Bautista. Se cierra con una reja de Gregorio Aguirre forjada en Elgoibar en 1774.
Honra al patrón de Segovia y a sus hermanos mártires, san Valentín y santa Engracia. El retablo central, con san Frutos sosteniendo báculo y libro, brilla bajo la bóveda. Entre el retablo de san Frutos y el de santa Engracia se encuentra la imagen de otro santo segoviano, Alfonso Rodríguez, en actitud orante. Es símbolo de identidad segoviana.
En ella luce un retablo clasicista de 1782 con las imágenes del santo, santa Teresa y san Juan Nepomuceno. Frescos con lirios y libros alusivos al san Antonio de Padua adornan la bóveda.
La pintura mural de las paredes y la bóveda está atribuida a Ramón Bayeu, cuñado de Goya, que trabajó como pintor en la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara. En esta capilla yace la venerable segoviana María Quintana (1684-1734), que tras una vida azarosa, fue ejemplo de servicio a los necesitados. En la pared hay un retrato suyo.
También situada en la girola, es la más sencilla y humilde de la Catedral. Luce un retablo con la imagen de san José y el Niño, reflejo de la fe familiar. Una reja de madera enmarca frescos con iconografía correspondiente al oficio de carpintero.
En ella reposan los restos de dos obispos de Segovia, Antonio Idiáquez (1613-1615), a quien el Cabildo otorgó la capilla, y Antonio Palenzuela Velázquez (1969-1995).
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Julio Arrieta, Gonzalo de las Heras (gráficos) e Isabel Toledo (gráficos)
Jon Garay e Isabel Toledo
Daniel de Lucas y Josemi Benítez (Gráficos)
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