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Geografía: para qué sirve (y por qué tiene tanto futuro) la carrera con menos alumnos de la UniversidadEstán cansados del tópico del quesito azul. Atención, pregunta, dice la tarjeta: ¿cuál es la capital de Zimbabue? Y todas las miradas se dirigen a ... ellos. Se la saben, claro. Capital de Zimbabue, Harare. Y los ríos, los picos, los golfos, las fallas. «Pero tenemos que romper con esa imagen de saber erudito, de wikipedia, hasta un poco inútil, que arrastra nuestra disciplina», dice José Luis García Cuesta, profesor del Departamento de Geografía, la carrera con menos alumnos de la Universidad de Valladolid. No llegan a cuarenta estudiantes entre todos los cursos. Con los dedos de una mano se cuentan los de nuevo ingreso.
No es una titulación, de entrada, atractiva. En una parte, por desconocimiento. En otra, por la imagen distorsionada que de la disciplina se ofrece en los institutos. Sobre todo, porque no todo el mundo conoce las enormes posibilidades de una titulación que augura una buena carrera profesional.
«La empleabilidad es del 92,5% y el 89% encuentra trabajo el primer año», resume la doctora Rosa María Ruiz, con los datos de una encuesta realizada entre los egresados de los últimos 15 años en el grado de Geografía y Ordenación del Territorio y Geografía y Planificación Territorial. El 49,2% trabaja en el sector privado. El 32,2% en el público. El 11,9% en organismos semipúblicos (como Tragsa e Ineco). El 6,8% son autónomos y emprendedores. El pasado mes de enero, los profesores de la UVA José Prada e Irene Sánchez reivindicaban los estudios de Geografía en el programa 'La revuelta' (el de Broncano en TVE). Allí, insistían en esa idea que les mueve para remontar en número de alumnos. «Somos mucho más que los del quesito azul».
«La geografía es una ciencia aplicada, de intervención e interpretación del territorio. Es un saber útil y complejo (ya que se interrelacionan factores diversos y diferentes escalas), que analiza los cambios globales, la energía, las transformaciones territoriales», explica Eugenio Baraja, director del departamento de Geografía. ¿Para qué sirve, entonces, estudiarla en la Universidad? Responde Hugo Cortizo, quien además de profesor es secretario del Colegio de Geógrafos de Castilla y León. «La salida que a todo el mundo se le viene a la cabeza es la investigación y divulgación, la docencia, convertirse en profesor de instituto. Pero no es, ni mucho menos, la más numerosa», indica Cortizo, quien pone el acento en otras ramas profesionales. «Una de las vías más relevantes y con más futuro es la de las tecnologías de información geográfica».
La fotografía que acompaña este texto se hizo en uno de los despachos reservados a la titulación de Geografía en la Universidad. La mesa está llena de planos, de mapas, de globos terráqueos, de unos maletines que parecen sacados de una foto en blanco y negro. «Para ofrecer una imagen real de lo que es la Geografía hoy, deberíamos poner aquí drones, complejos ordenadores, gps, cartografía digital». Ese mundo de hojas excel y coordenadas es importante para el geógrafo contemporáneo. Piensa en Google Maps, dicen. En el TomTom. En visores geográficos, aplicaciones como Geocaching. Gran parte de las herramientas que hoy utilizamos para orientarnos en nuestros viajes y desplazamientos tienen la geografía como base para su desarrollo.
Lo académico, las tecnologías de información geográfica… «Una tercera vía es la planificación territorial y urbanística a diversas escalas. Casi siempre, cuando se habla de urbanistas, se piensa en arquitectos, pero es más relevante la aproximación desde la geografía, ya que ofrece una perspectiva más amplia». Por eso, dicen, cada vez más administraciones piensan en titulados en Geografía para diseñar el planeamiento municipal (PGOU), las directrices de ordenación territorial, planos de infraestructuras.
Muy vinculado con esta vertiente está el desarrollo territorial. La figura del geógrafo «es clave» para diseñar estrategias turísticas, de regeneración urbana, planes de movilidad, de recursos forestales, de análisis sobre envejecimiento, migraciones, desigualdad, de lucha contra la despoblación. «Tenemos mucho que decir respecto a demografía, uso de los recursos, estilos de producción. Y, desde el punto de vista del turismo, el geógrafo es el profesional capacitado para conocer los recursos potencialmente turísticos de un territorio, qué impacto e incidencia puede tener la llegada de viajeros, cómo hay que gestionar y mantener esos recursos para regular la oferta y la demanda…».
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La quinta arteria laboral, y una de las que promete más salidas de futuro, es la vinculada con el medio ambiente. «Cartografía de mapas de ruidos, de contaminación lumínica. Estudios sobre cambio climático, calentamiento global, mapas de riesgos naturales». Y ponen un ejemplo muy vinculado con la actualidad. «Los geógrafos llevan alertando desde hace por lo menos cincuenta años de la situación en la que se encuentra Valencia, con muchas viviendas construidas en zonas inundables. Para hacer este tipo de estudios también es importante la figura del geógrafo», indica García Cuesta.
Él es el profesor encargado de coordinar las prácticas que, obligatoriamente, tienen que cumplir todos los estudiantes que pasan por el grado. «En la carrera damos mucha importancia a las prácticas, ya que son una vía directa para conseguir un empleo. La mayor parte de nuestras asignaturas son de seis créditos. Las prácticas suponen doce. Se llevan a cabo en administraciones y organismos públicos (ayuntamientos, grupos de acción social…) y también en empresas vinculadas con el planeamiento urbano, los estudios catastrales, el medio ambiente, la acústica, la teledetección de imágenes por satélite… «También contamos con prácticas extracurriculares y, una vez que han terminado la titulación, las que se ofrecen a través de la Fundación General de la Universidad, que permiten contratos laborales en prácticas y que las empresas suelen usar como selección de personal».
Rosa Ruiz
Profesora de Geografía en la Universidad de Valladolid
«Muchos se quedan allí donde hicieron prácticas», cuenta Rosa Ruiz, quien insiste en ese dato del 93% de empleabilidad. «El 7% restante es porque no ha encontrado trabajo o porque tiene un empleo en otro sector». Y un dato importante, el 71,2% trabajan en empresas de Castilla y León.
Paula Domínguez es una de esas tituladas recientes que ha encontrado trabajo 'de lo suyo'. «Terminé la carrera en 2017 y luego hice un máster de Tecnologías de Información Geográfica en la Universidad de Alcalá». Cuenta que su primer empleo fue en una empresa inmobiliaria de Madrid. Su labor era recopilar datos sobre las viviendas y sus coordenadas para elaborar estudios, por ejemplo, sobre cómo influye en el precio y la posibilidad de ventas de un piso si está cerca de cementerios, vertederos, hospitales… De ahí pasó por dos empresas públicas hasta que, recientemente, ha obtenido una plaza como técnico de sistemas de información geográfica en la Diputación de Palencia. «He tenido trabajo desde el primer momento y cada cambio ha sido para mejor», dice Paula.
Eduardo Bustillo es profesor asociado en la UVA y, desde hace quince años, socio de una empresa de consultoría fundada por dos geógrafos y con cinco trabajadores. «Trabajamos con la administración en distintos temas, como planificación estratégica, territorial, de turismo o cambio climático. Hace quince años teníamos que luchar para que la figura del geógrafo estuviera presente en los pliegos de contratación, pero eso ha cambiado», cuenta Bustillo.
Si cada vez hay más salidas profesionales, si es una profesión con más demanda en el sector público y privado… ¿por qué la titulación no resulta atractiva para nuevos alumnos? ¿Por qué tiene tan pocos estudiantes en la Universidad? El problema comienza en los institutos. «La ley educativa está muy enfocada a la Historia, y la Geografía que se enseña está muy anticuada, es una Geografía decimonónica que poco tiene que ver con las enseñanzas prácticas y aplicadas de la Universidad. Por eso, los jóvenes no saben en realidad lo que es esta disciplina», explican. «En tercero de la ESO es una economía muy económica y la optativa de Bachillerato, además de ser muy farragosa, no suele ser impartida por geógrafos, sino por historiadores», indica Ruiz, quien recuerda que de los 74 temas de la oposición para ser profesor de instituto en la rama, 18 son de Geografía, seis de Historia del Arte y el resto de Historia.
«El 90% de los profesores de Geografía e Historia son historiadores. Si los estudiantes no saben lo que en realidad es la Geografía y las salidas profesionales que tiene, es muy difícil que luego lo elijan en la Universidad». «En otros países como Francia, Países Bajos o Suiza, esta es una profesión mucho más reconocida que aquí», aseguran los profesores de una carrera que se reivindica como una disciplina mucho más rica que el saber enciclopédico del quesito azul.
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