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La plantilla de los Lobos celebra el ascenso en el campo de Las Leonas, en Vallecas. Miguel Martín López
El ascenso de los Lobos a Primera Madrileña aún no es su techo

El ascenso de los Lobos a Primera Madrileña aún no es su techo

Los segovianos fueron a más gracias a mejorar en delantera y a contar con una treintena de jugadores

Lunes, 5 de mayo 2025, 13:41

El RAC Lobos vive el ascenso a Primera Regional que consiguió tras imponerse el pasado domingo en el campo de Las Leonas de Vallecas al Olímpico Boadilla como una piedra más en su camino desde los sótanos del rugby madrileño, pero no será la última. «Quiero pensar que no es el techo», resume su entrenador, Iván Martínez. Su equipo, segundo tras la fase regular de la Segunda A, derrotó en una eliminatoria directa al penúltimo de la categoría superior y le arrebató el puesto, una nueva promoción para un club que se marchó del rugby castellano, ha medrado desde la cuarta madrileña y está ya a solo una ventana del rugby nacional, aunque el siguiente nivel requerirá tiempo, pues hay que consolidar lo existente y sumar lobeznos.

Martínez considera que la clave del ascenso es la competitividad en el día a día de una plantilla más amplia que en años anteriores, gracias al auge de varios canteranos y al acuerdo con IE University, que ha elevado por encima de la treintena su nómina: no hay espacio para la relajación en los entrenamientos y variantes tácticas para adueñarse de los partidos. La final de Vallecas fue un ejemplo, una victoria por 20-42 más cómoda de lo que la plantilla esperaba.

La fórmula del éxito de los Lobos es su trasera, es decir, la línea que corre con el balón y aprovecha los huecos en el campo abierto. El mecanismo de defensa de los rivales es arrebatarles el balón y obligarles a jugar lo más atrás posible para que las diabluras lleguen lejos. La receta del Olímpico Boadilla, una fusión entre dos equipos que militaron por separado en la Primera Madrileña, fue dominar el juego con su melé, delanteros expertos de gran tamaño que arrasaron a la plataforma segoviana en los primeros duelos. Porque los Lobos son un equipo ágil que busca crear espacios, que el balón corra, un ritmo alto, para huir de su falta de kilos en ese juego estático. Fueron tomando nota de los trucos del rival en la primera parte y neutralizaron esa superioridad sumando centímetros. La prueba de un plan de juego versátil que, sí, busca la agilidad, pero también sabe cambiar el tercio cuando el encuentro lo pide.

La otra carencia de los segovianos a principio de curso estaba en los saques de 'touch', el lance en el que se pone el oval en juego desde la banda. Ante la falta de centímetros, han planteado jugadas nuevas para conservar el balón en sus saques y han sumado la pillería para arrebatárselo al rival de vez en cuando. Vallecas fue otro ejemplo de una fase superada, pues conservaron la posesión siempre y sumaron cuatro robos. «Y una vez que tengamos el balón, que jueguen los lobos», resume Martínez, en referencia a su trasera. Así se marcharon, gracias a un ensayo clave, con +14 al descanso y sobrevivieron sin apuros los 80 minutos. «Los entrenadores les decíamos que no se relajaran, que a fin y al cabo esto es un equipo de Primera Regional. Y es verdad que en los últimos diez minutos se estaban divirtiendo».

¿Y ahora qué? «Es una buena pregunta». Con la temporada acabada, será el tiempo de algunas competiciones de rugby a siete, desde las series madrileñas al campeonato de Ciudades Patrimonio, al que irán 12 jugadores. Luego llegará el verano y el rugby playa. «Está muy bien porque al final no pierden ese punto físico». Tocará despedir a cuatro jugadores de segundo año de IE que continuarán sus estudios en Madrid, incluido Fergus, el medio-melé de Hong Kong que ha jugado un rol clave. «Tenemos a otros de primer año que seguirán y esperamos que vengan más». Se incorporarán tres canteranos como miembros de pleno derecho y el ascenso es un caramelo para que los veteranos sigan. «Esto lo decimos siempre, es el último partido, pero luego llega septiembre y todos queremos jugar».

Las primeras conversaciones a nivel de club apuntan a que viene un periodo de calma. «Habrá que esperar un par de años, un periodo de consolidarnos entre el cuarto y el octavo». La sensación de Martínez es que los mimbres actuales dan para competir con dignidad y utilizar el ascenso como un reclamo para no solo sumar jugadores, sino mejorarles sobre el césped. «Una de las cosas que más me llena es que todos dicen que han aprendido cosas cuando acaba el año».

Está pendiente cómo la reestructuración del rugby nacional afecta al regional. Lo que a día de hoy son dos categorías nacionales serán tres, con una División de Honor y una División de Honor B con diez equipos cada una, dejando esta última el testigo a una Primera Nacional que agrupe a los mejores de cada región. Lo previsible es que varios clubes de referencia de Madrid den un salto adelante, lo que puede allanar la adaptación de los Lobos a Primera Regional, librándoles quizás de algún coco. Un motivo para seguir siendo optimistas. «Me gustaría ver a los Lobos en Primera Nacional».

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