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Faltan ya solo dos días para el inicio del cónclave del que saldrá elegido el próximo obispo de Roma, en el que participarán 133 cardenales ... menores de 80 años y por tanto, con derecho al voto, que estarán asistidos por un nutrido grupo de eclesiásticos y laicos que hoy lunes han tenido que realizar un juramento de confidencialidad aunque no estarán presentes en las votaciones que se realizarán en la Capilla Sixtina. Ese heterogéneo grupo de trabajadores del Vaticano, en el que hay varias mujeres, va desde el secretario del Colegio Cardenalicio hasta los ascensoristas, pasando por los médicos, enfermeros y agentes de seguridad.
Mientras se ultiman los preparativos para el encuentro que dará a la Iglesia católica un nuevo Papa tras el fallecimiento de Francisco el pasado 21 de abril, ya han llegado a Roma los 133 cardenales electores que han confirmado su participación en los escrutinios. Estos purpurados, junto a los que tienen más de 80 años y que, por tanto, no podrán entrar en la Capilla Sixtina, han participado hoy en la décima de las congregaciones generales, las reuniones previas al cónclave. Por la tarde volverán a mantener otro encuentro para ir cerrando el perfil del próximo Pontífice.
Según ha explicado el portavoz vaticano, Matteo Bruni, los miembros del Colegio Cardenalicio han hablado en estas últimas asambleas acerca de cómo esperan que sea el nuevo obispo de Roma, subrayando la necesidad de que se trate de una figura «presente» y «cercana», de manera que haga de «puerta de acceso a la comunión y a la unidad en un mundo en crisis». También han señalado que tiene que ser un «pastor cercano». Entre los «desafíos» a los que deberá hacer frente destacan «la transmisión de la fe», la preocupación por el medio ambiente y por la guerra en «un mundo fragmentando». Deberá preocuparse igualmente por la «división en la Iglesia», las «vocaciones» religiosas, la «familia y la educación de los hijos».
Bruni ha aclarado que ya se ha realizado el sorteo para la asignación de las habitaciones en la Casa Santa Marta y la residencia anexa, conocida como Santa Marta vieja, donde residirán los purpurados electores durante los días que dure el cónclave y permanecerán aislados del resto del mundo para evitar posibles influencias en las votaciones. De hecho, a los cardenales, que tienen prohibidas las comunicaciones con el exterior, se les invita a que «dejen sus teléfonos» en la Casa Santa Marta, según ha remarcado el portavoz vaticano.
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