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Alma, corazón y vida. Éste es Antonio Pelayo Bombín. De los que come en nuestras casas desde hace casi incontables años. De los que se ... dirige a la audiencia de manera explicativa, didáctica y entrañable a través de Antena 3 Televisión. De los que indagan en la Palabra de Dios haciéndola cercana, servicial y amable durante el transcurso de sus homilías y eucaristías.
De los que hacen releer sus artículos y columnas de actualidad social y religiosa ante la carga profunda de sus mensajes. De los de abrazo con los amigos y de buenas palabras con todos. Un periodista conocedor y comprometido con la profesión, con la institución eclesial y con las empresas donde trabaja, pero sobre todo una persona de emociones, de conversación distendida e intelectualmente muy brillante. De los castellanos leales e incondicionales. Vallisoletano de los de toda la vida que está protagonizando estos días muchos titulares por su amplio conocimiento vaticanista, por su humanidad, así como por confraternidad con el Papa Francisco.
Antonio Pelayo confirma y desmiente. También se sorprende, en directo, emocionándose y por su discurso de compromiso con la actualidad y con la Santa Madre Iglesia. Cuenta, profundiza y describe como pocos desde hace cuatro décadas desde la Ciudad del Vaticano. Y asesora como agregado eclesiástico de la Embajada de España ante la Santa Sede.
Y es que este vallisoletano nacido el 11 de enero de 1944 -cuenta en la actualidad con 81 años-, que continúa volviendo a menudo a su tierra, reconoce que ha perdido «a más que un Papa, a un padre, a un hermano». Su intensa actividad laboral estos días está motivando tener la mente más ocupada de lo habitual aunque realmente dice que tanta labor le está ayudando a sobrellevar esta marcha que incluso le ha afectado mucho «porque es una pérdida personal» ante la estrecha cercanía y confianza que le unía: «Hasta de tú a tú he llegado a hablar con él, en una ocasión que me invitó a su despacho privado de Santa Marta, y donde estuvimos charlando unos 50 minutos.
Tanto es así que en el devenir de la conversación se me olvidó quién era dado que le traté con especial afabilidad. Luego le pedí disculpas, pero nos dejamos llevar, porque es verdad que mi trato con él fue exquisito». «Siempre daré gracias a Dios por haber dispuesto de esa cercanía aún respetando su papel, como no podía ser de otra manera», manifiesta.
«Se me acumulan multitud de recuerdos, de saludos, de viajes, de confidencias… también de motivas reflexiones alrededor de sus meditaciones, de sus principios, de su sabiduría, de sus catequesis» comenta Antonio Pelayo sobre Mario Bergoglio, «un Papa que inspira y provoca pensamientos».
Pero si algo queda para siempre en el intelecto y en el corazón de este vallisoletano es la semejanza: «Era una persona de cercanía: para él todas las personas merecían su cercanía, su tiempo de escucha, su fraternidad… Las personas para él, todos, somos hermanos aunque haya divisiones con nuestros criterios pero luego, al final decía el Pontífice, intervenía el amor fraterno. Era el hermano que buscaba aproximarse a todos sin prejuicios».
Pelayo Bombín ha hablado casi en innumerables ocasiones con Francisco, desde que fuera obispo de Buenos Aires en diferentes encuentros sinodales en San Pedro del Vaticano… Desde entonces hasta poco antes de su muerte resaltando su preocupación cuando estaba ingresado en el Hospital Gemelli de Roma.
Su último contacto, aunque esta vez no fuera físico, fue el mismo sábado pasado, hace ahora una semana, en que el vallisoletano le hizo llegar al argentino la revista Vida Nueva, una publicación que le hacía llegar siempre con mucho interés «porque me hizo saber tiempo atrás que le gustaba leerla. Pues el Sábado Santo se la facilité y me consta que estuvo ojeándola».
Y, como ésta, el sacerdote adscrito a la Diócesis de Valladolid y periodista de Antena 3 Televisión señala numerosas anécdotas. Por ejemplo, una de las últimas: «Sei come il prezzemolo di tutte le salse» (tú eres como el perejil que está en todas las salsas), le espetó el Sumo Pontífice con su humor porteño en la audiencia pública de Santa Marta en que la delegación vallisoletana le presentó la Semana Santa en noviembre de 2021. Y es que, tal y como relata Antonio, el Papa conocía previamente algo de esta singularidad de la religiosidad popular de aquí dado que le habían entregado una documentación previa a aquella cita pero no sabía que también se iba a encontrar allí con Antonio Pelayo, «ese día descubrió que yo era de Valladolid», dice con especial orgullo patrio.
A partir de este momento el tema vallisoletano salió en alguna conversación, como explica Pelayo, incluso con regalo de botella de vino de la tierra incluido. Es más, en una conversación posterior, recuerda Pelayo, «hablamos de la devoción tan vallisoletana del Sagrado Corazón de Jesús porque el Papa Francisco quería que esta celebración fuera más universal».
En este sentido, lamenta Antonio, «nunca me lo aclaró del todo, aunque alguien sí me dijo que durante su etapa española, cuando vivió en Alcalá de Henares, el Papa visitó la Basílica-Santuario Nacional de la Gran Promesa de Valladolid. En la conversación con el propio Bergoglio me dijo: «Es posible que allí estuviese».
El Papa Francisco, apostilla Antonio Pelayo, ha vivido en sus últimos años rodeado de mucho vallisoletanismo en la propia Ciudad del Vaticano: desde el propio Ricardo Blázquez, cuyos libros encandilaron al Pontífice y cuya relación se fortificó hasta el punto de que al ahora arzobispo emérito de Valladolid le hizo cardenal en 2015, hasta sus buenas relaciones con el actual prelado, Luis Argüello, al ser también presidente de la Conferencia Episcopal Española.
Junto a ellos, el también cardenal Aquilino Bocos Merino, superior de los claretianos durante muchos años; monseñor Aurelio García Macías, obispo de Rotdon y subsecretario de la Oficina de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos del Vaticano; José San José Prisco, sacerdote Operario Diocesano de Valladolid y nombrado por el Papa Francisco experto para el Sínodo sobre la Sinodalidad además de Antonio Pelayo, diocesano vallisoletano y experto vaticanista con una vida plena, dedicada también a los demás, donde este título le parece excesivo aunque reconoce que en Italia es normal.
«Me siento enormemente querido en España y me da mucho ánimo que gusten tanto mis crónicas», concluye su agradecimiento «en días infernales y angelicales a la vez, por los acontecimientos y por la propia actualidad que, no obstante, doy gracias a Dios por ser testigo de este momento» al recordar ya sus crónicas desde el diario YA sobre los papas Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI aunque, reconoce en una entrevista cuyo conocimiento siempre liga un tema nuevo, «Francisco quedará como el Papa que abrió la Iglesia a la modernidad». Con todo, sin querer hacer quinielas, vaticina: «El cónclave será corto, de 2 o 3 días porque el trabajo realmente lo llevará hecho tras 13 o 14 congregaciones».
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