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Después de que la derrota sufrida en el clásico celebrado el domingo en Montjuic pusiese un amargo epitafio a la segunda y gloriosa etapa ... de Carlo Ancelotti al frente del Real Madrid, todas las miradas apuntan ya hacia Xabi Alonso. El tolosarra será ungido próximamente como nuevo entrenador del conjunto de Chamartín, al que regresará once años después con la misión de resucitar desde el banquillo a un equipo que se ha desmoronado esta temporada.
El hombre al que Florentino Pérez escogió como metrónomo tras su vuelta a la presidencia en 2009 y que amasó cinco títulos en los 236 partidos que disputó defendiendo la zamarra blanca antes de poner rumbo al Bayern de Múnich es la figura escogida ahora para devolver el esplendor perdido a un club que ha sido víctima de una deficiente confección de la plantilla, un reguero de lesiones, vicios adquiridos por parte de un vestuario aburguesado y un mensaje desgastado.
Le toca reinventarse al quince veces rey de Europa tras una campaña que se ha saldado con solo dos títulos menores, a la espera de lo que suceda en el Mundial de Clubes. Precisamente el torneo auspiciado por la FIFA supondrá el bautismo de fuego para Xabi Alonso al mando del Real Madrid, después de que el suculento botín económico y, sobre todo, el prestigio deportivo que hay en juego hayan llevado a Florentino Pérez a precipitar el aterrizaje del todavía preparador del Bayer Leverkusen, desechando con ello la posibilidad de acudir a la cita con Santiago Solari como técnico interino.
Nada más cerrar la Liga el 25 de mayo con un duelo ante la Real Sociedad que servirá para que el Santiago Bernabéu le rinda a Ancelotti un merecidísimo homenaje en atención a los quince títulos levantados con el italiano como timonel, Carletto hará las maletas para hacerse cargo de la selección brasileña y Xabi Alonso retornará a la capital de España con una larga lista de deberes por resolver.
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A sus 43 años, el vasco llegará con una aureola similar a la que allanó en su día el trabajo de Zinedine Zidane cuando el marsellés asumió el bastón de mando en sustitución de Rafa Benítez, una corta pero exitosa trayectoria como técnico y un aclamado libreto que bebe de las enseñanzas de maestros tan dispares como José Mourinho, Pep Guardiola, Vicente del Bosque o el mismo Carletto.
Aunque su sistema predilecto es el 3-4-2-1, se caracteriza por la flexibilidad táctica, una pizarra más intervencionista que la de Ancelotti e ideas muy claras pese a su talante dialogante que deberá aplicar para corregir los numerosos defectos que han provocado el derrumbe de los blancos. «Quiero ser feliz allá donde vaya y eso requiere trabajar duro y tener un buen equipo», proclamó el guipuzcoano, que tendrá que ponerse manos a la obra sin tiempo apenas para planificar.
Tendrá que recoger Xabi Alonso las trizas de un Real Madrid asolado por las lesiones, con un puñado de jugadores cuyo futuro está en el aire y las fuerzas al límite tras un curso extenuante, y deberá recomponer con todo ello al equipo para afrontar el primer test de la nueva era, mientras desde los despachos se delinean las líneas maestras de una reconstrucción que pasa por reforzar especialmente la parcela defensiva.
Con Trent Alexander-Arnold ya atado para el lateral derecho, el Real Madrid trabaja en incorporar también a un lateral izquierdo, un central y quizás un centrocampista que dé sentido al juego y disminuya la añoranza por Toni Kroos. Sobre la mesa de Florentino Pérez y José Ángel Sánchez está también la carpeta de salidas, apartado en el que es segura la de Jesús Vallejo, más que probable la de Lucas Vázquez, posible la de Modric y factible incluso la de Rodrygo, que lleva meses con el morro torcido mientras el Manchester City de Guardiola acecha con la esperanza de pescar en río revuelto.
Pero, más allá de las altas y bajas que se produzcan, Xabi Alonso deberá meter a fondo el bisturí en un vestuario cuya salud ha saltado por los aires esta temporada y que haría bien en tomar al Barça de Hansi Flick como espejo. El hambre que ha guiado el camino de los azulgranas contrasta con la apatía y displicencia de los que han hecho gala los blancos pese a las continuas súplicas de Ancelotti.
Solo Mbappé, Courtois, Asencio y Valverde han dado la talla en una campaña que ha supuesto un paso atrás para Bellingham y deja especialmente malparados a Rodrygo y a Vinicius. Al paulista le persiguen las sombras de Odegaard y Asensio, dos talentos formidables a los que les faltó carácter para estar a la altura de la enorme exigencia que supone jugar en el Real Madrid, mientras que al fluminense le ha crecido el ego y ha perdido brillo, eclipsado por la emergencia de Mbappé como nuevo estandarte de un conjunto que se dispone a poner su destino en manos del 'gentleman' vasco.
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