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Parte de los trabajadores de la Catedral, en la vía sacra del templo. Óscar Costa
«Llegas a sentirte parte de la historia de la Catedral»
500 años de la Catedral de Segovia

«Llegas a sentirte parte de la historia de la Catedral»

La identificación de los veintisiete empleados con el templo facilita la atención personalizada a los miles de visitantes que acceden al interior

Carlos Álvaro

Segovia

Martes, 22 de abril 2025, 09:25

La Catedral es un lugar vivo gracias a las personas que trabajan en su interior. La pasión, el esfuerzo y un vínculo profundo une a los veintisiete trabajadores que integran el plantel con el monumento. «Forman un equipo que incluye guías turísticos, personal de mantenimiento, archivo y comunicación, entre otros. La atención al visitante, por ejemplo, es una atención completamente personalizada que asumen los guías», explica el deán, Rafael de Arcos, que destaca el «compromiso» y la «implicación» de los empleados. «Es un lujo trabajar en la Catedral, pero también estar a gusto trabajando en ella. Este equipo de hombres y mujeres se siente muy a gusto. Así nos lo manifiestan», añade.

El deán recuerda un momento clave que fortaleció esta relación: la pandemia de covid-19. «El confinamiento frenó en seco la actividad de la Catedral, y el Cabildo decidió pedir un préstamo para pagar a los trabajadores. La Catedral dejó de ingresar recursos, pero de algún modo tenía que seguir funcionando». Lo más sencillo hubiera sido enviar al personal al ERTE, pero no fue así. El gesto, asegura De Arcos, reforzó el sentimiento de pertenencia de los empleados. «Puede decirse que la Catedral invirtió en ellos», concluye, orgulloso de la relación mutua de satisfacción entre el templo y el equipo humano que día a día hace posible el funcionamiento.

Raquel Bermejo de la Puente, guía turística con más de veintiséis años de trabajo en la Catedral, describe su labor diaria como «una experiencia maravillosa». Su vínculo con el lugar trasciende lo profesional: «La Catedral forma parte de mi vida. Con decir que me casé en ella...». Entre los recuerdos más preciados, destaca la exposición 'El árbol de la vida', de Las Edades del Hombre, en 2003. «Fue una exposición grandiosa. Concentrar más de trescientas obras de arte en un marco como este me llenó profundamente», señala.

«Los segovianos podemos sentirnos muy orgullosos de nuestra Catedral»

Como guía, Raquel valora la diversidad del público que recibe a diario: «No trabajas todos los días con las mismas personas. Ese factor sorpresivo es la magia de pensar: 'A ver a quiénes voy a explicar hoy, con quiénes voy a hablar hoy, si son de Zamora, Asturias o Francia'». Lo que está claro es que la Catedral atrae a personas de todo el mundo: «El turismo oriental está aumentando muchísimo».

Visitar la torre es un gran aliciente, pero las nuevas rutas por las vidrieras, que combinan perspectivas interiores y exteriores, llaman muchísimo la atención. «Son visitas muy completas y atractivas que están teniendo una gran acogida», asegura. Lo que más impresiona a los visitantes, según Raquel, es la arquitectura: «Es una Catedral grandiosa, de proporciones enormes, muy alta, muy esbelta, muy sencilla en lo decorativo, pero con una complejidad en la nervadura de las bóvedas que sobrecoge». La luz, otro de sus sellos distintivos, hace de ella uno de las catedrales más luminosas de España. Raquel celebra el «redescubrimiento» de la Catedral por parte de los segovianos: «Están viniendo ahora más que nunca. Las nuevas visitas diseñadas están contribuyendo mucho». Para ella, trabajar en la Catedral es como estar en casa: «La llevamos muy dentro; es como nuestra segunda casa. Además, nos sentimos muy valorados».

«La llevamos muy dentro; es como nuestra segunda casa»

Paloma Pastor Martínez refuerza esa idea de equipo comprometido y apasionado con su trabajo. Solo lleva dos años trabajando como guía de la Catedral de Segovia y del Palacio Episcopal, pero ha encontrado una conexión especial con la historia y la ciudad: «Trabajar en la Catedral supone una responsabilidad y un privilegio». Entre sus espacios favoritos está el claustro y las salas expositivas, como la de Santa Catalina, donde yacen los restos del infante don Pedro, el niño cuya historia siempre cautiva a propios y extraños. «Es triste, pero tierna».

La torre es otro de los puntos fuertes: «Mucha gente sube con la intención de usarla como mirador, pero descubre la casa del campanero, la historia del rayo que cayó en el antiguo chapitel y acaba sorprendiéndose. Es un lugar con mucho encanto». El Palacio Episcopal ofrece una perspectiva diferente. «Es una oportunidad para ver un edificio que hasta hace poco no era accesible. Imaginar cómo vivía un obispo, estar en espacios privados como el dormitorio o el despacho del nuncio resulta muy curioso», explica Paloma, que siempre ha sentido el apoyo de sus compañeros: «Me han ayudado, me han enseñado. Y sí, llega un momento en que te sientes parte de la historia de la Catedral».

La Dama de las Catedrales sigue brillando, sostenida por un equipo que la siente como propia. Como dice Raquel, «España tiene catedrales impresionantes, pero la de Segovia es grandiosa. Los segovianos podemos sentirnos muy orgullosos de ella». Orgullo que también comparten sus trabajadores.

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